La Agenda 2030: una herramienta para el desarrollo sostenible

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Qué bonito suena eso del»desarrollo sostenible»? pero ¿qué significa exactamente? Tal como lo definió el Informe Brundtland, allá por 1987, se trata simplemente del «desarrollo capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades». Basta con ver los informativos todos los días para comprobar que la parte práctica no la dominamos del todo.

A menudo el desarrollo sostenible se asocia automáticamente al mundo de la ecología y el medio ambiente, cuando el aspecto ambiental es uno de sus tres pilares junto conla economía y la sociedad. Todos están interrelacionados y son igualmente importantes.

Desde que se acuñó el término hasta la actualidad los avances en este ámbito han sido más bien escasos. Para cambiar esta situación, en septiembre de 2015 los estados miembros de la Naciones Unidas consiguieron aprobar, tras un complejo proceso, la Agenda 2030. Este documento plantea 17 Objetivos de desarrollo sostenible (ODS),estableciéndose para cada uno de ellos varias metas, 169 en total, que abarcan las esferas económica, social y ambiental.

En esta resolución de las NNUU, los estados reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza, ya que suele ser causa y/o consecuencia del resto de problemas a los que se enfrenta la humanidad en su conjunto.  Por tanto se consideró que  la erradicación de la pobreza en todas sus manifestaciones debería ser el objetivo número uno en la búsqueda del desarrollo sostenible.

Hagamos un ejercicio de empatía para descubrir el resto de objetivos e intentar comprender como están relacionados de una manera u otra con la pobreza.

Imagina que vives en un lugar remoto donde apenas se dan las condiciones para producir alimentos o para acceder a una mínima variedad de estos, por tanto lidiar con el hambre y la malnutrición (Objetivo número 2) será tu reto diario. Si no te alimentas bien es muy posible que acabes con problemas de salud (Objetivo número 3), que te sientas incapaz de trabajar en condiciones o que tus hijos puedan atender en clase. Eso si pueden acceder a una educación equitativa y de calidad (Objetivo número 4), en una escuela cercana con un maestro razonablemente formado porque no hay necesidad de poner a tu hijos a trabajar. La cosa se complica si tu o tu descendencia sois del género femenino, ya que mujeres y las niñas siguen sufriendo la discriminación y la violencia en todos los lugares del mundo (Objetivo número 5). Si además donde vives no hay infraestructuras adecuadas de abastecimiento de agua y saneamiento(Objetivo número 6), enfermedades infecciosas como el cólera serán la norma y el tiempo y esfuerzo necesario para ir a buscar agua bebible (que no necesariamente potable) no podrás dedicarlo a formarte o cuidar mejor a tu familia. Hasta aquí los objetivos relacionados con el desarrollo social.

Imagina que tienes las necesidades anteriores cubiertas, pero sigues viviendo en un pueblo remoto donde apenas llegan suministros de energía (Objetivo número 7), el tendido eléctrico acabó en la finca del cacique de turno a unos cuantos kilómetros de distancia y la gasolina para el generador y la camioneta cuesta un ojo de la cara. De comprar paneles solares ni hablamos. Y aún así os las apañáis para vivir de la venta de los productos de tu huerto en la ciudad más cercana, tu familia no pasa mucha hambre pero tampoco se puede decir que sea un trabajo decente que ofrezca perspectivas de desarrollo económico (Objetivo número8). Cuando hay exceso de cosecha hay que hacer dos viajes a la ciudad o mandar a los críos a vender, la carretera está en tan mal estado que las verduras acaban hechas una pena al llegar a su destino. Lo ideal sería almacenarlas pero en tu aldea no hay materiales para construir almacenes a prueba del calor, la humedad y los bichos. Definitivamente necesitarías mejores infraestructuras (Objetivo número 9) para poder ganar un poquito más con tu trabajo. A veces piensas en lo bien que vive el cacique y su familia o el primo que emigró a aquella ciudad del norte, y te enfada pensar en la desigualdad entre regiones del país o entre países (Objetivo número 10). Incluso fantaseas con mudarte con la familia a la capital, pensando que allí puedes encontrar un trabajo mejor. Pero lo cierto es que según las pocas noticias que te llegan no parece que la ciudad sea un lugar sostenible, que ofrezca posibilidades de desarrollo a gente humilde como tú (Objetivo número 11). La verdad es que con tu terrenito te apañas, aunque estés todo el día trabajando; pero te han contado que en la finca del cacique se han comprado un tractor y unos equipos de riego de segunda mano que les ahorran un montón de trabajo. De nuevo fantaseas con lo que harías tú con ese tiempo libre, te encantaría asistir a ese curso de formación de producción sostenible (Objetivo número 12) que ofrece una ONG, pero de momento tendrá que esperar. Y ya hemos acabado con los objetivos de tipo económico.

Aparte de la corrupción que reina en tu país, donde la justicia y la paz son muy precarias (Objetivo número 16), lo que más te quita el sueño es el cambio climático (Objetivo número 13). Llevas un tiempo observando que el clima ha cambiado, las sequías y las inundaciones son cada vez más frecuentes y aunque haces lo posible por adaptarte, como la cosa vaya a más al final vas a tener que emigrar si o si. Además han desaparecido gran parte de los bosques que antes rodeaban tu aldea y que te suministraban alimento extra y madera; muchas de esas tierras se han degradado (Objetivo número 15) tanto que apenas se puede cultivar en ellas.  Quizás irte a la costa, comprar una barquita y convertirte en pescador pueda ser una solución, pero al parecer los mares y los recursos marinos (Objetivo número 14) empiezan a mostrar los síntomas de un desarrollo completamente insostenible; vamos que ibas a pescar bien poco. Y estos son los objetivos ambientales.

Por último, el objetivo número 17, que es revitalizar la Alianza Mundial para el desarrollo sostenible, es decir buscar alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, para remar todos en la misma dirección. Considerando como está el patio a nivel nacional e internacional resulta fácil ser escéptico en cuanto al compromiso y la capacidad de establecer alianzas por parte de instituciones o representantes políticos. Pero queda la sociedad civil, es decir todos nosotros, capaz de exigir y liderar cambios en el modelo de desarrollo actual.

Con las ideas claras y la motivación suficiente, cada uno de nosotros podemos modificar ligeramente el rumbo de esta especie de Titanic en el que va montada la humanidad. Ya lo dice el proverbio «Si crees que eres demasiado pequeño para cambiar las cosas, prueba a pasar la noche con un mosquito en la habitación».

Redacción: Caridad Calero

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