El «DIY», esencia de nuestra agricultura

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Seguro que muchos lectores, de una manera u otra, habéis tenido contacto con esta moda del «DIY», en castellano «házlo tu mismo«.

Por ejemplo, esos padres con niños en edad escolar que tienen que improvisar un disfraz, un instrumento musical o una decoración navideña para que la criatura lo lleve al cole al día siguiente. Menos mal que existe Internet , que ofrece miles de ideas, explicadas con mayor o menor fortuna, para solucionar su problema. Puede ocurrir que se limiten a cubrir el expediente con una mínima dignidad o que le acaben pillando el gustillo al asunto.

Y es que, eso del «házlo tu mismo» está muy de moda: rara es la papelería que no venda material especial para manualidades, muchas mercerías hacen más negocio vendiendo lanas y dando clases de punto, los palets de obra desaparecen de los contenedores para acabar como sillones de «chill out» y existen incluso talleres mecánicos de alquiler, que ofrecen a los propietarios de coches el acceso a herramientas semiprofesionales para arreglar su vehículo ellos solitos.

Esta moda viene de la mano de una nueva ética que rechaza el consumismo y valora el reciclaje y la reutilización como una oportunidad para darle a los objetos una nueva utilidad. A nivel personal permite fomentar la creatividad y lograr una sensación de orgullo y autosatisfacción muy positiva. Incluso los huertos urbanos podrían perfectamente considerase una variante de esta moda, la de «cultiva tu propia comida». Y ya que hablamos de huertos, es lógico preguntarse si ¿esta fiebre ha llegado al campo?. Pues sí y no.

Realmente, para muchos agricultores o ganaderos, el «DIY» forma parte de su esencia y podríamos traducirlo como un «apañárselas uno mismo».

El refrán «Días de lluvia, mañana de fragua» nos da a entender que un agricultor nunca está parado, cuando no puede salir al campo se dedica a mantener y reparar sus aperos. Un agricultor o ganadero tiene mucho de «manitas», y aunque puede ser por afición, suele ser más bien cuestión de necesidad.

A menudo, los pequeños agricultores tienen problemas o necesidades muy concretas, y las soluciones que encuentran en el mercado o no les valen o le resultan demasiado caras. Así que la mejor opción es diseñar y construir aquello que se adapta a sus necesidades. Por ejemplo, en este blog tenemos dos buenos ejemplos de agricultores que se decidieron a crear y reutilizar dos aperos, para lo cual hace falta tener habilidades de ingeniero y de herrero-soldador.

Y es que muchos aperos están hechos con hierro, y algunas de sus piezas se desgastan con el continuo roce del suelo. Pueden incluso romperse al chocar con una piedra escondida, y si por casualidad ocurre cuando el suelo tiene el tempero adecuado para trabajarlo, el agricultor sencillamente no puede desperdiciar esa ocasión. Pero ocurre a menudo que no hay talleres o herreros cerca – con la despoblación rural ellos también escasean -, y en general no puede permitirse tener al tractor o sus aperos un mes en el taller.

Así que muchos agricultores por necesidad o por afición acaban siendo un poco herreros, mecánicos y carpinteros. Y lógicamente ellos también encuentran en Internet un mundo de posibilidades: grupos donde preguntar a colegas o páginas especializadas, como esta que enseña a soldar. Pero quizás, al contrario que muchos practicantes de «DIY urbano«, la gente del campo suele ser más práctica y, salvo los muy manitas, no buscan presumir de sus apaños en Instagram; simplemente tienen que funcionar. Aunque, pensándolo bien, funcionalidad y estética no tienen por qué ser incompatibles; que se lo digan al artista que diseñó y construyó este gallinero móvil pensado hasta el más mínimo detalle y que cualquiera estaría deseando poner en su parcelita.

Redacción: Caridad Calero

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