Es el momento del kilómetro 0, agricultores y consumidores más cerca

La comercialización y el consumo local de alimentos es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU en la Agenda para 2030.

Los llamados alimentos ‘kilómetro 0’ posibilitan muchas ventajas: son más nutritivos, se reduce el desperdicio, ayudan a las economías locales y son más respetuosos con el planeta. Cada vez son más las voces que reivindican una vuelta a un consumo racional y cercano.

Y en este sentido los ‘ecocomedores’ son una pieza clave. Acercar a los compradores con los agricultores de su provincia o país, mejor si son ecológicos, cuenta ya con muchos adeptos. Con la pandemia del coronavirus que ha sacudido el planeta, es el momento perfecto para replantearse nuestro consumo más básico, nuestro menú.

La necesaria reducción de los petroalimentos

Con el consumo de cercanía se superarían los problemas que causa lo que se llama Petroalimentación, que supone largos transportes y productos fuera de temporada, donde las grandes explotaciones copan el mercado y, por tanto, conllevan más peligros para el medioambiente.

Los petroalimentos se llaman así porque consumen mucho petróleo, al viajar grandes distancias desde el lugar de producción hasta el punto de consumo, así como en el propio proceso de producción y envasado. Se estima que la agricultura intensiva gasta entre 6 y 7 veces más energía por unidad de alimento obtenido que la opción agroecológica, según Ecologistas en Acción. El inventario de gases de efecto invernadero en España señala a la agricultura como responsable del 11,6 % de las emisiones.

En la actualidad, y según datos de Eurostat, el 15% del total de la producción agrícola europea ya vende el 50% de sus productos directamente a los consumidores. En España, este dato es menor, pero los indicadores señalan la tendencia ascendente a consumir productos locales.

El inicio de los alimentos kilómetro 0

La tendencia de los alimentos de proximidad, o ‘kilómetro 0’, se inició en Estados Unidos en los años setenta y entró a Europa por Italia con el movimiento Slow Food, que fomenta la conexión entre productores y consumidores locales.

¿Pero qué formulas existen para conseguirlo? Entre ellas están las cooperativas, grupos de consumo, mercados o puntos de venta directa agroecológicos, puntos verdes, venta a domicilio, restaurantes o tiendas especializadas e incluso comedores escolares ecológicos, este último caso obedece a la apuesta por alimentos ecológicos y de proximidad a los colegios que se venden a través de canales cortos de comercialización.

La promoción de la agroecología que fomenta el consumo de alimentos ecológicos, estacionales y de proximidad también reconoce la función social del campesinado, así como la salvaguardia de semillas. Entre otras de sus reivindicaciones figura la de consumir alimentos de temporada que aseguran que los alimentos son frescos y están cosechados maduros. Por lo tanto, son más saludables y sabrosos, elementos fundamentales en los comedores de los colegios.

Mala alimentación y España vaciada

Charo Morán, que pertenece a la Cooperativa Garúa y lleva años trabajando en esta área, tiene claro que se necesita otro tipo de alimentación. Para esta especialista, “la alimentación industrial nos enferma”. “Además del peligro de la obesidad, se calcula que hay 90.000 fallecimientos anuales en España por la mala alimentación.

Además la deslocalización ha traído también lo que llamamos la España vaciada”. Para Morán, es absurdo que anualmente se importen en España 92.000 kilos de patatas y se exporten a Reino Unido 220.000.

Y afirma: “Hay que repensar estos ciclos y apostar por la agroecología. Volver a una economía de proximidad, cercana y que tenga en cuenta los ciclos naturales ayudaría y apoyaría al medio rural”.

España ocupa el primer puesto en superficie de agricultura ecológica de la Unión Europea, por delante de Italia, Francia y Alemania, y además se encuentra entre los cinco primeros países productores del mundo. Sin embargo, el consumo de productos ecológicos en Europa lo encabezan Dinamarca, Austria y Suecia. Son datos del Instituto de Investigación de Agricultura Ecológica (FiBL) facilitados por el Parlamento Europeo.

Según el estudio Mitos y realidades sobre el consumo de productos ecológicos, realizado por la consultora especializada Kantar Worldpanel y la Fundación La Pedrera, el consumo de alimentos ecológicos en España creció un 14% en 2017 respecto al año anterior, pero también reflejó que el 77% de los consumidores prefiere los productos de proximidad a los ecológicos (23%).

“Un consumo responsable alimentario es algo muy sencillo: productos de temporada, locales, de cercanía; si ya son agroecológicos, pues mejor, porque además estos cultivos orgánicos se preocupan por establecer unas condiciones justas en la producción, distribución, comercialización y consumo”, opina Brenda Chávez, periodista especializada en consumo responsable.

Brenda ha publicado recientemente el libro Al borde de un ataque de compras. “En las personas que consumen estos productos, su dieta está basada principalmente en cereales, legumbres, frutas, hortalizas, vegetales y frutos secos, con poca proteína animal, sin procesados, ni ultraprocesados, ni comida industrial, o sólo muy esporádicamente.

Para que el presupuesto no se desequilibre, lo mejor es comprar estos productos frescos y cocinar”, resalta Chávez.

Un menú escolar más saludable y ecológico

Pero donde mayor importancia tiene una buena alimentación es en la niñez y la adolescencia. Por ello en los colegios surgen muchas preguntas del tipo de ¿cómo introducir en un menú escolar alimentos ecológicos sin incrementar la cuota de comedor? ¿En qué consiste una dieta saludable? ¿Cómo podemos seducir a más actores de nuestra comunidad educativa para respaldar y liderar estas transformaciones?

Estas son algunas de las preguntas que se hacen cada vez más familias y el profesorado de centros educativos. Alimentar el cambio Guía práctica, experiencias y reflexiones sobre comedores escolares educativos, sostenibles y saludables, de Abel Esteban, J. L. Fdez. Casadevante y Luis González, autores y coordinares del libro, intenta responderlas.

Esta guía práctica se ha realizado a partir de la experiencia de la Cooperativa Garúa, que lleva acompañando la transición agroecológica en cerca de 30 centros educativos madrileños (desde escuelas infantiles y CEIP públicos, hasta centros concertados, incluyendo incluso formación profesional).

“Una alimentación sana y sostenible en la escuela es fundamental: para la salud del alumnado, ya que si son ecológicos no se ingieren alimentos con pesticidas y herbicidas, y si son de cercanía, se reduce el impacto medio ambiental puesto que recorren menos kilómetros hasta llegar a nuestra mesa, y requieren de menos energía para su refrigeración.

Pero también las variedades locales y de temporada nos protegen mejor, puesto que son las variedades que mejor se han adaptado por una selección natural a una climatología y geografía concretas”, explica Chávez. Y además destaca: “El cultivo ecológico requiere de menos consumo de agua, energía e insumos industriales que deterioran el suelo, el aire, las aguas subterráneas y pueden afectar a los productores.

Y favorece la biodiversidad local, puesto que potencia las variedades locales, salvándolas de la homogeneización industrial alimentaria, que solo cultiva unas pocas, las más rentables. Esto genera tejido productivo local, empleos, dignifica el medio rural y lo desarrolla”.

Compra pública responsable

Para Carlos Carricoba, del colegio Hipatia de Madrid, en cuyo centro se dan unas mil comidas diarias, “un menú ecológico no es mucho más caro que uno convencional”, aunque reconoce que “un colegio privado lo tiene más fácil que un público, pero esto no debería ser así si hubiese políticas que apoyasen estas prácticas”.

“Las dificultades para introducirlo, más que de producción, puesto que España es el primer productor de ecológico de la UE, tiene que ver con asumir la directiva europea de compra pública responsable –ya traspuesta en la legislación nacional– a nivel territorial e incluirlo a nivel local, como ya está ocurriendo en ciertas zonas, como el País Vasco, Barcelona, Pamplona, pero no, por ejemplo, en Madrid.

En las regiones donde puede haber problemas de abastecimiento local, se puede suplir con una transición progresiva de los comedores hasta este tipo de producto, y recurriendo a la compra de producto nacional”, argumenta Chávez.

Según la cooperativa Garúa, muchos de los proyectos de comedores escolares saludables y sostenibles surgen impulsados desde AMPAS, con la complicidad de los consejos escolares, pues son el principal actor que demanda cambios en los modelos de gestión y en los criterios de compra pública alimentaria.

También existen casos donde la iniciativa ha partido de las políticas públicas, principalmente de las consejerías de Agricultura, interesadas en consolidar circuitos de venta para la agricultura ecológica de proximidad.

Recientemente, la Fundación Fuhem organizó la jornada La alimentación educa, en la que intervinieron tanto Morán como Carricoba, y que coincidieron al opinar: “La rutina de la comida en el centro escolar se convierte en una actividad con gran proyección pedagógica para el conjunto de la comunidad, ya que propicia cambio de valores, creencias, actitudes y prácticas en hábitos de consumo, además de una mayor salud y un aumento del sabor de los alimentos”.

Autor: Pura C. Roy / El Asombrario

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