- Satélites y agricultura…sin vosotros ya no sería igual - 16 septiembre, 2019
- Jóvenes agricultores vs. agricultores tradicionales ¿Cómo ha cambiado la forma de producir los alimentos? - 2 septiembre, 2019
- Los residuos agrarios, la cultura va cambiando - 5 agosto, 2019
La agricultura ecológica está cada vez más de moda. Ha entrado en nuestras vidas para quedarse, y resulta habitual que salga en las conversaciones: que si los alimentos ecológicos son mejores, si los otros son malísimos para la salud, que los ecológicos son más caros, etc… Una guerra de blancos y negros en la que los grises se descartan automáticamente.
¿Es realmente necesario confrontar ambos tipos de producción? Existen muchas agriculturas, desde la biodinámica hasta la superintensiva, y seguramente podemos sacar algo positivo de todas ellas.
Cada tipo de agricultura tiene sus ventajas e inconvenientes, y su razón de ser en determinadas circunstancias. En un pequeño huerto doméstico, o en uno escolar, en los que prima la experiencia personal frente a la productividad, hay pocas plantas que cuidar, mucho niño andando por ahí y poca o nula formación en el uso de productos fitosanitarios, lo mejor es optar por hacerlo «ecológico». De todas maneras, realmente, la agricultura convencional no está en las antípodas de la ecológica, cada vez busca más la sostenibilidad ,reducir el uso de productos fitosanitarios, cuidar el suelo, ahorrar agua, etc… la agricultura de conservación y la producción integrada son dos buenos ejemplos de ello.
Pero, ¿cual es mejor, la convencional o la ecológica? Pues depende, como diría un gallego. En cuestión de salud, todavía no hay evidencia científica clara de que los productos ecológicos sean especialmente más saludables. Sus defensores dicen que son más sanos y naturales, porque no tienen «químicos». Asumiendo que se refieren sobre a «sustancias obtenidas por síntesis química», efectivamente su uso está prohibido. Conviene recordar que la agricultura y ganadería convencional tienen también muchas sustancias prohibidas o de uso limitado, por ejemplo hormonas, y que cuando se utilizan los mal llamados «pesticidas» ha de hacerse de tal manera que los residuos que queden no superen un determinado valor, considerado seguro por las autoridades científicas.
Muy posiblemente influyan más ciertos hábitos, por ejemplo: te pasas a lo ecológico por miedo a los «pesticidas»en frutas y verduras supuestamente presentes en las convencionales, al ser más caras acabas comprando, y por tanto consumiendo, menos cantidad de fruta y verdura fresca, que sí se sabe que es muy necesaria.
Tampoco se ha demostrado que los productos ecológicos tengan mejor sabor, aunque es más posible que ocurra, ya que el reglamento europeo de producción ecológica marca una serie de pautas que ayudan a que un producto sea más sabroso: raza o variedad autóctona, crecimiento lento, etc.
A menudo depende más del mimo con el que se ha tratado el producto que de ir etiquetado como ecológico.
Si se trata de cuidar el medio ambiente, el productor convencido que sigue o va más allá de lo que pide el reglamento probablemente esté haciendo un gran favor a la naturaleza, al menos la cercana a su explotación. Pero si el producto que obtiene lo sobre empaqueta y lo manda en avión a miles de kilómetros de distancia, entonces no habremos conseguido nada.
Mi consejo, a la hora de comprar, huid de fundamentalismos: ni la agricultura convencional os va a matar ni la ecológica es directamente un timo. Id con la mente abierta, dispuestos a probar cosas nuevas de vez en cuando, y seguramente disfrutareis de ambas.
Redacción: Caridad Calero.